Toda mi vida gira en torno a la mecánica.
Mi padre abrió un Taller de reparación de automóviles en los años 30 y desde muy niño me trasmitió la pasión por los motores y la mecánica. Aprendí a manejar el torno subido a un cajón de madera. Con el paso de los años mi vocación me llevó a dar clase de Mecánica en Formación Profesional y a fundar con un grupo de amigos una pequeña empresa de maquinaria.
Durante todo este tiempo he sido un gran aficionado a los coches clásicos, en especial de los coches franceses, de hecho he restaurado personalmente un Peugeot de principios de siglo y 2 Citroen 11. Con el tiempo y la participación en Rallies de Coches Antiguos fuí interesándome por los deportivos ingleses y hacía tiempo que buscaba un MG para restaurar, llevaba muchos años acariciando la idea y por fín me decidí a comprar uno. Seguía de cerca los anuncios de La Vie de l'Auto, por que en Francia se pueden comprar a precios asequibles y con volante a la izquierda.
Encontré un vendedor, M. Morell, que importaba coches de los años 40 - 50 de Estados Unidos, un container en barco cada varios meses. Cada vez que llegaba un barco, publicaba la lista de coches y precios. Los primeros intentos me fallaron, por pensármelo mucho.
Así que al final, cuando ví un anuncio interesante, en Diciembre de 2005, me cogí el tren a París en compañía de mi yerno Juan. En París alquilamos un coche hasta una vieja granja transformada en almacén en los alrrededores de Orleans. Por fin, ante nosotros estaban 3 magníficos MG. Pero, en vez de un MG, ¡me acabé comprando el Austin Healey!
Lo bueno: no le faltaba nada, los faros, las molduras, espejos, ruedas, incluso la insignia original. Eso podía ser un ahorro y un gran atractivo como restaurador.
Y , sobre todo, era un cochazo, un
Austin Healey MK III 3.000,
el último y mas potente de los deportivos "hechos a mano" ....... mucho más de lo que se me había ocurrido comprar. (bueno, pero no era un MG!)
¡Y ME LO COMPRÉ!
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